viernes, 10 de junio de 2011

XIII Encuentro de Clubes de Lectura de la provincia de Toledo: no siempre más grande es sinónimo de mejor

El encuentro de los clubes de lectura ha sido un éxito y un fracaso. Más de 700 personas se reunieron en la Academia de Infantería de Toledo, un éxito de asistencia, y esta magnitud impidió que disfrutáramos como en otras ocasiones. Fuimos enviados a la primera planta del aula magna y el audio nos llegaba con una muy mala calidad. A la hora de que cada grupo, con más de 200 personas cada uno, se dirigiera a las distintas actividades los militares se mostraban desorientados, estaban desbordados. Una imagen para la memoria: los militares corriendo detrás de las señoras que en el patio se acercaban a unas salidas “no autorizadas”.
La visita por algunas instalaciones de la Academia fue lo más interesante de la jornada. Pudimos ver el lujo y los detalles de un edificio construido en los años más miserables de la posguerra (1941-1947). Tras la visita guiada quedó clara la ideología militar al insistir el sargento en que todos los caídos de la infantería habían caído por España mientras que en los pasillos había recuerdos de las campañas de Flandes, Grecia, Rusia, Marruecos y otras tantas guerras que creo que lo que menos se defendía era a España.
Más llamativa fue su apreciación de que en Afganistán también nos estaban defendiendo a nosotros. ¿A nosotros de qué? Tampoco faltaba la foto de Francisco Franco y otros militares golpistas y la impresionante vidriera con el escudo de la época franquista con su lema Una, Grande y Libre. Sinceramente, luego de la visita creo que la alta estima que tiene, según las encuestas, la institución militar en el conjunto de los españoles se debe más al escaso contacto que tiene la sociedad civil con los militares que a un conocimiento efectivo que genere respeto y valores compartidos.
Siguiendo con el desarrollo del encuentro, la firma de libros fue a una velocidad de vértigo. Yo personalmente no crucé palabra ni mirada con la escritora Matilde Asensi que trabajaba a destajo para terminar en una hora prudente.
Del cóctel no voy a hacer comentarios. Sólo puntualizar dos imágenes que quedarán para la posteridad. La primera: las compañeras de Borox comiendo plátanos y patatas fritas tras el cóctel para saciar el hambre. Segunda: otras vez las señoras de Borox entonando el clásico cántico ¡manos arriba, esto es un atraco!, y que fue seguido por la mayoría de los comensales. Gustavo.



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